Los microseguros se organizan en cuatro grandes líneas de producto que responden a las principales necesidades de protección de las poblaciones vulnerables. Los seguros de vida y funerarios son los de mayor volumen, ofreciendo respaldo económico en momentos críticos como fallecimientos o gastos inmediatos de sepelio. Los seguros de salud son el foco de expansión, con coberturas simples y digitales que incluyen hospitalización, ingresos diarios y acceso a telemedicina, clave en regiones donde la salud pública es limitada. En el sector agrícola, más del 58% de los productos recibe subsidios para proteger cosechas, ganado y acuicultura frente a sequías o inundaciones, con creciente adopción de seguros paramétricos que pagan de forma automática según índices climáticos. Finalmente, los seguros patrimoniales e ingresos han duplicado su cobertura en los últimos tres años, ofreciendo protección a viviendas, microcomercios, herramientas de trabajo e ingresos de trabajadores independientes, siendo una línea de alto potencial en economías emergentes. En conjunto, estas líneas fortalecen la resiliencia financiera y social, y abren un mercado inclusivo con enorme espacio de crecimiento en Latinoamérica